viernes, 1 de marzo de 2013

El Desayuno, un hábito saludable

 

"Desayuna como un rey, come como un principe y cena como un mendigo", la sabiduría popular lo recomienda y tanto médicos como nutricionistas afirman que el desayuno es la comida más importante del día, pero también la más olvidada.

Desayunar correctamente supone un beneficio para la salud, en especial entre niños y adolescentes, en los que la adquisición de buenos hábitos alimentarios marcará su salud en la edad adulta.

La diversidad de culturas y tradiciones hace que encontremos un amplio abanico de menús para desayunar a lo largo y ancho del globo: desde el frugal francés "café au lait" acompañado de croissant, pasando por el tradicional English breakfast con huevos revueltos, bacón o salchichas, los cereales para el desayuno americanos, hasta la sopa de miso o pescado con té verde o leche de soja en Japón.

La importacia del desayuno es clave en la mejora nutricional y contribuye positivamente en nuestra salud. Los niños y adolescentes que desayunan adecuadamente son capaces de afrontar mejor las actividades cognitivas y físicas de la mañana. Además de la mejora en el rendimiento escolar e intelectual, un desayuno óptimo (cereales, lácteos y fruta) que aporte de un 20 a un 25% del requerimiento calórico diario permite equilibrar el balance energético y alcanzar una ingesta adecuada de nutrientes (vitaminas,minerales,relación hidratos de carbono/grasa).



EFECTOS METABÓLICOS DEL DESAYUNO

El desayuno pone fin al periódo más largo de ayuno del día, el ayuno nocturno, entre 8 y 12 horas. A pesar de la disminución del gasto energético durante la noche, el organismo hace frente al gasto metabólico basal, en torno a unas 50Kcal/hora, para asegurar el funcionamiento de los órganos vitales y mantener constante la temperatura corporal.

Estas calorías se cubren con las reservas limitadas de glucógeno, que si no se repone, se agota rápidamente. Al disminuir las reservas de glucógeno, el organismo utiliza las grasas para obtener energía y aumenta el nivel de ácidos grasos libres, produciéndose además otros cambios metabólicos, como reservas de glucógeno hepático, el organismo precisa del aporte energético de los glúcidos para mantener la glucemia; si esto no se produce, las manifestaciones anteriormente descritas aparecerán tarde o temprano a lo largo de la jornada. 

A fin de evitarlas, el desayuno debe contener hidratos de carbono de absorción rápida (simples) para restaurar rápidamente los valores normales de glucemia plasmática, e hidratos de carbono de absorción lenta (complejos) que permitirán, por su digestión más tardía, reponer las reservas de glucógeno, se absorben lentamente por el organismo y aportan sensación de saciedad

Alimentos ricos en hidratos de carbono simples:  azúcar de mesa, dulces, bollería industrial, harinas refinadas, azúcar de uva o pasas, de los higos, plátanos, etc.

Alimentos ricos en hidratos de carbono complejos: Cereales integrales, arroz integral, legumbres como los garbanzos, hortalizas. Frutas como las cerezas, fresas o frutos rojos
 
Debemos tener en cuenta que los hidratos de carbono simples son menos aconsejables dado que se digieren y absorben rápidamente por parte de nuestro organismo y aumentan rápidamente los niveles de glucosa en sangre, en cambio los hidratos de carbono complejos son adecuados en todo momento. 

Tanto los hidratos de carbono como las proteínas y grasas son fuente de energía necesaria para la dieta equilibrada, mientras que el agua es un elemento indispensable para las funciones corporales.

Un desayuno equilibrado debe contener todos los nutrientes, donde los hidratos de carbono juegan un papel especial y la bebida contribuye a la rehidratación tras el ayuno nocturno.

Es por ello por lo que el desayuno es considerado la comida más importante del día y el fundamento de unos hábitos alimentarios saludables.








 
 
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario