Para conseguir una buena técnica de carrera hay que correr de forma relajada.
La relajación y la coordinación en el movimiento son tanto o más importantes que la potencia. El motivo es fácil de comprender: si se piensa sólo en la potencia, los músculos se endurecen y se tensan, la eficacia es mucho menor de la que cabría esperar y aumentan las posibilidades de sufrir sobrecargas y lesiones.
En cambio, el corredor que se esfuerza en correr relajadamente no sólo deja a un lado la tensión mental y física, sino que establece la base para una mejora definitiva del rendimiento.
La relajación beneficia al corredor en dos aspectos básicos:
- Un cuerpo relajado es más resistente que uno tenso, lo que, obviamente, interesa mucho a la persona que aspira a correr largas distancias sin detenerse. Los músculos relajados permiten que la sangre circule con mayor facilidad.
- Correr sin tensión implica un cierto grado de concentración, y un corredor concentrado probablemente se comportará con menos ansiedad frente a las difucultades que se presentan en una carrera. Esta capacidad reviste especial importancia cuando se empieza a notar el cansancio.
Un último apunte en los últimos minutos del entrenamiento, cuando se va suavizando el ritmo, es importante asumir el compromiso con uno mismo para la próxima sesión.
Lógicamente, el entrenamiento debe acabar con cansancio, pero sin llegar al extremo de que la fatiga "fulmine" las ganas de salir a correr al día siguiente. Es importante pensar lo que se hará el próximo día y decidir de antemano cuándo y dónde se realizará el próximo entrenamiento.
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